Michel y Anne-Marie son dos grandes personas. En todo momento atentos a nuestras necesidades. Dos habitaciones en el piso superior con baño y wc propio.
Todo limpísimo y con muchos detalles.
El desayuno espectacular: croissant, diferentes panes, macedonia de fruta, diferentes mermeladas, zumos... y siempre alguna sorpresa.
Nos han dado indicaciones de que hacer en cada momento y como hacerlo.
Nos han regalado momentos de conversación muy agradables y sobre todos los temas.
Los niños han podido disfrutar del entorno, cuidado a la perfección.
Situado a 13 km del Mont Saint-Michel por una carretera secundaria poco transitada. En el mismo pueblo hay vistas sobre la bahía.
Lo dicho: mejor imposible.
Esperamos volver a vernos, en su casa o en la nuestra.